2004

Mamá y la abuela llevan dos horas en la cocina. Estás sentado sobre una alfombra gris en una habitación de techo bajo, mientras el sol acaricia las cortinas alguna vez blancas. Es la casa de Leonor, tu abuela. Juegas en el sofá con tus juguetes predilectos, recreando en tu mente una historia en la que un Power Ranger es ejecutado en plaza pública por una figura de Lego.

La pared contigua a la ventana tiene dos grandes espejos; la alfombra, ajada, desmechada y desgastada por la soledad con la que Leonor convive. Al abuelo lo mataron en Corea.

Mamá llora, la abuela la abraza. Mamá cae desconsolada al piso, repitiendo que se quiere morir y pidiendo que la mate de una buena vez. No puedes seguir jugando, sientes tu rostro caliente y tiemblas.

¿Por qué tiemblas? Tocan la puerta, es tu tío Ramiro, ha venido a llevarlos al aeropuerto. Es un martes del 2004, en un suburbio a las afueras de Orlando.

WE’RE PAS BILINGÜES

Un cadáver exquisito escrito junto a mi buen amigo, Luis Valencia.

S.A: 

Flaco ¿Dónde estás? Working on a weekend,

Fucking hustle, los grilletes no me dejan dormir de lado, Fake it baby, que crean que sos duro, que vean que pasa al poner en una rueda a una rata de la cloaca. Que escuchen como grito mientras muerdo los barrotes, be afraid, be afraid. 

I was broke, fui libre, I was broke, mi prisión es estar en desacuerdo, no poder ceder. Una arpía de plumaje plateado me arranca el corazón del pecho, me arrastra por una calle ciega, turistas aliñan bazuco en pipas, si podés matame, I agree different. Me roban el hígado para usarlo de sombrero, take off your idols, son todos prefabricados. Ligero y sin entrañas me arrastro hacia el primer bar, canto un tema de Charly, la voz ronca, tangos oxidados, ustedes no lo van a entender, tal vez sus hijos si. Quiero elevar mi espíritu, sentir el alma remendada, llorar junto a mi hermano en la puerta del baño, it ‘s okay buddy, cover your ears, we are gonna be okay, as long as we stay together ¿Dónde estás? Count me out. Quiero estar iluminado, correr desnudo por la avenida, medir la temperatura con el ojo del culo, lust.

L.V:

Estoy en París, Rolo. Hace un rato ya que huí de Cali y me vine, así por así. Ahora que me hablás es que me entero, y recuerdo, que me hablabas en inglés y yo ni mierda entendía, rien du tout !, y me vine porque al Mono lo mandé a cocer, ¿t’as vu? Je l’ai emmerdé al Mono. Estoy inventando, y sigo: El pórtico de su casa quedó pleno, rio pleno mon frère. T’as vu est ce que je lui ai fait ? Apaga esa radio, putain ! Me gusta leer a esta hora, surtout parce que la luz es tenue y el humo del cigarro hace volutas evidentes, conscientes, y Magenta, en el dixième arrondissement de Paris, se pone bullosa y a mi me gusta resistir, oponerme al estímulo y saber que no puedo. Tentar. Et toi? Dis moi ce que tu en penses de L’Europe, quiero saber de vos, mon gars.

S.A:

Estoy en un lugar cerca de lo incierto, no man’s land. Se parece a Cali, pero en las noches el underground se cuela por los poros del asfalto, revelando an undead empire, yo tampoco estoy muerto, pero igual arrastro los pies. El imperio es regido por un heredero bastardo, de los que se divierten en casas de pique, respect the shooter ¿Qué oficio es ser poeta?  eagarly I wish the morrow. Royalty, en esta tierra se me ha prometido un principado, no quiero pensar que estoy atrapado, I just want to leave this town, the undying king of the undercity. Me casé con una mujer de mundo, a daisy flower, en una ceremonia arcana, bajo la bendición de los elementos, bailando al ritmo de la flauta de un fauno. Ella también conoce París, posh motherfuckers, I’m a posh wanna be. Count me out.  Un hombre que desayuna keta me grita predicas al oído, I ain’t giving my life to a selfish god, soy un perro que escoge su correa ¿Como es París, flaco? ¿También son las lágrimas saladas? Pienso que Europa es un gigantesco mausoleo. 

L.V: 

Lo de los poetas me parte de p’arriba, Rolo. Antes fui uno, y ahora tan solo admiro lo que fui, y eso que somos jóvenes. Al menos dentro de lo que cabe. Je ne sais pas quoi dire par rapport à ça, frérot, le monde est si bizarre que cuando uno cree s’approcher a la vérité de algo, quizás porque en lo evidente siempre hay cierto grado de verdad, solo entonces se entera de lo tonto que es buscar respuestas de cajón. ¿Somos poetas?, eso quizás, y quizás es más un no. En mi primer párrafo hice deliberado un suceso ficticio, porque creí empujar nuestra labor hacía algún punto en común, y miranos, divagamos. Laisse moi un peu de temps pour réfléchir et maintenant qu’on parle de Paris et de ta copine, je voulais te dire félicitations. Han pasado algunos meses desde que salimos de la universidad, y no has perdido el tiempo. Por mi parte, vine a parar en un agujero intercultural, melting pot, parfois je ne sais pas ce que je fais ici, mais bueno, he aprendido a escuchar la música del mundo: ¿Leíste a Kepler? En fin, te confío el lado oscuro de mi tinta, el surgimiento de mis ideas así, libertinas, parce que je veux sublimer notre lettre et aussi porque el padecer la multiculturalidad en el primer mundo conlleva entendimientos, y tú, amigo Rolo, tienes las capacidades. Ahora te sigo, aquí, desde el otro lado del charco, où je t’écris car j’ai le droit et le temps, et surtout parce qu’il me semble bien que tu aies des bons souvenirs pour moi. Donc, je veux qu’on se lance à recordar e inventar para remplir les lagunes. Cuéntame de la vida, tu esposa y tu familia, aún recuerdo la mañana cuando Martín se perdió. Cuéntame todo eso y más.

S.A:

I want to be Kurt’s shotgun, or the shot itself or maybe Kurt. Partos y entierros, mentirosos y poetas. Ser poeta es como tener una enfermedad venérea, se te pega en una noche malhabida, por acercarte al abismo y admirar su belleza, por bañarte en aguas de un pantano, donde las pulsiones estallan y la pobre condición humana, es eso, pobre. Tenés razón, todo es una ridícula pos-verdad, el amor después del amor. I’m glad to hear you are an anarchist now, I hope you can paint a nice picture of a french girl or a man, I don’t fucking know what you are into these days. Empujemos nuestra labor hacia la metaficcion. It’s what’s trendy. Si, he perdido el tiempo, paso mis días delirando en moviolas de bolsillo, mendigando en las puertas del cielo, fumando con duendes en parques del norte, extrañando, sumido en un letargo, con una arraigada pose de melancolía, I wanna be sedated ¿What’s mine? ¿What’s mine? Un hombre con la cara mordida por las cucarachas insulta a una vieja católica por burlarse de sus desgracias. I work a nine to five, like Kafka or Henry Chinaski. I want to write life as it is, as it isn’t, I want to write, god fucking damn. El único peligro del libertinaje es que una puta se te lleve los poemas, jajaja, me falta acné para ser Bukowski. Tengo un relicario de recuerdos, un relicario con tu cara electrocutada en la silla eléctrica. Sos ese amigo con el que fui a la guerra, I killed my first with you, I cried tales of chinatown over your shoulder, opio, gatos, putas, psicodelia, punk, cinema, fucking cinema. Cuéntame de cuando fuimos al zoológico en un tigre, cuéntame de cuando nos trabamos con los monos. I’m thinking of a place,  of a time, uno de locura transitoria. Tengo una gripa ni la hijueputa, flaco, ojalá me matará un facho. 

L.V: 

-Ven -me dijiste-. ¡Aprieta los dientes y mira hacia el objetivo!

La luz iluminó la sala de ensayos y poco después, cuando terminaron los disparos, repicó la campana de la iglesia para los soldados. Era el batallón de Palmira y el barrio comprendía casas para militares y sus familias. Après ce jour là tout a changé. Faire de la poésie c’est chercher un coup de grâce, mec. T’es malade mon frère ! Sos-mos un-os loco-s. ¡Sí! Y la alegría, mi querido mono, es indistinta dans ce cas. O somos locos, o somos alegres. Un des deux. Y, además, yo te cuento lo que me venga en gana, d’accord? Por ejemplo, si je te parle des lucioles de ce jour-là, ¿te acordás?, nos trabamos resto, hasta entrada la noche, soñando luciérnagas como aviones; naves con barriga sobrevolando el cielo adverso de la sucursal. Verso, ad, verso, ad. Sal de tu pena, Rolin, que el letargo es para los encajados, y los poetas tan solo nos servimos de su sentido, más no lo consumimos. On est des dealers et il faut bien répartir les versets, mon fada. Lève-toi hermano, on doit feuilleter l’enfer y la tierra, l’envie y el fuego de cerca. Tu  verras comment ça marche. Trois, dos, uno, nan! Ahora quiero pintar, brother. Sí. Tu sais ? Cela fait un an que je vis en France et là j’ai écrit un journal intime, un diario de amor para una chica a la que le cabe la luna en el nombre y que puede existir, pero también puede que nan. No, je ne vais pas te dire son prénom. Sabes que en el amor soy reservado, pero te cuento: elle a les cheveux bouclés et le plus beau sourire de tous. Es una sonrisa así :).

Rolo, olvida a los fachos, ve a correr y escribe. Imagine que tu es libre, comme tu imagines que tu es prisonnier.

S.A: 

Pasarme la vida imaginando, flaco. Hoy nací en la cruz del sur, camino Funky y uso gafas oscuras para ocultar la locura de mis ojos desorbitados. It’s Been a while since the last Time I choose cocaine. I use to write lonely poems, I was Rimbaud and all of them were Verlaine. Tenían nombres de flores silvestres. Un golpe de gracia, te recuerdan las luciérnagas y las pistas de aterrizaje ahora son avenidas, custodiadas por un régimen bastardo. Sometimes I think about war, I know how to properly shoot a motherfucker. I know how to kill, sometimes when I feel vulnerable I think about buying a gun, a Glock. Soy un humanista, loco. Como Ernesto Guevara, creo que por eso me gusta estar trabado, quiero prender un porro para despistar, no hay que pescar dos veces con la misma red. Sos un hombre sabio, que Bowie te guarde del snobismo, del eurocentrismo y la indiferencia. Sos latino, revolucionario y peligroso, embrace it. Fucking white girls is historical justice. Ahí va mi postura políticamente correcta, mi pose amable. Punk Is not fucking dead. Espero algún día conocer a la chica del diario y que conozcas a mi esposa y poder brindar a la salud de todo lo que conquistamos con ímpetu. You want to paint then? Because writing Is not enough, music Is not enough, cinema Is not enough, because we were born with a curse, una reservada para demiurgos, dioses y sátiros. A veces estoy muy bien y siento que nadie me puede tocar, soy un maldito duende. Sometimes I feel so down I just want to be sedated. Cuidado con las chicas con sonrisas así 🙂 suelen volverse canción. ¿Cómo es el submundo parisino? ¿Qué droga están consumiendo en el primer mundo? ¿Que desayunaste hoy? Cuidado con los carros mientras vas en bicicleta. No me gusta trabajar. Estoy componiendo un álbum de música experimental. 

L.V: 

No quiero acabar, no. La nena se vino hace un rato, porque conmigo hasta las nubes se resuelven, Rolo. C’est comme ça avec moi, tu captes? On est liés par quelque chose de plus profond qu’un moment devant le miroir. Quizás los espejos sobran. Peut-être que les miroirs ne devraient pas exister et así se podrían eximir los momentos y con ellos su reflejo dans la mémoire. Ahora quiero ser tú: j’étais cassé, je suis né brisé, y por estos días breves precedentes al verano, il me manque le feu des lampadaires, aquel fulgor de sombras infernales. Nadie va a conocer a la chica que sonreía así :), porque ni yo la entiendo et parce qu’elle préfère peut-être ne pas exister, s’exempter de moi tout simplement, et c’est là où je suis d’accord. Enfin, il vaut mieux, oui, disparaître avant que de sacrifier le nez pour des âmes peut-être passagères. Ahora soy Carver, sí, y ya no lo soy. Es eso el minimalismo por antonomasia, Rolin. Y no, esto te lo diré siendo yo: acá soy más latino qué cuando estaba allá. Acá soy más que un caleño y colombiano; la identidad latina juega sucio au départ, pero luego entiendes que venís de una comunidad y todo se te atempera. Yo siempre supe que eras un duende, mon frère, pues se te nota en el andar y los zapatos te sobresalen. Y la mística, brota a borbotones de tu cabeza, como un helado derretido. Ahora estás haciendo música, qué bien. Quiero que compongas algo con esto, hermano, el contrapunteo nuestro y la vida de mierda que nos acaricia el pecho en silencio, a mi en el número siete del Boulevard de Magenta, y  a vos no sé en qué parte de Colombia. Odio trabajar, odio todo y me escudo andando así, lejos de todo, para no contaminar las vidas con mi sentir. El otro día una española me dio un beso de tabaco y entonces fumé. Rolo, creo que es eso. Sí, acá están de moda los besos de tabaco o, en su defecto, los besos ahumados. Nada de esnobismo, Rolin, tengo piel de sobra para curar de lo más ínfimo al qué sea, y mi memoria está sana. ¡Que Morrison me libre de caer en ello! Ahora bien, he acabado dentro, pero tengo lo que me salva de un no futuro, mais sans m’exiler de sa possibilité, l’idée qui gravite pendant que j’achève.

S.A:

I always want to die, sometimes.  Pero leer tu postura de apostador me pone high, High as a motherfucking expressionist. Entiendo eso de habitar la piel que se ama, es como si este cuerpo tosco, pesado, golpeado, se hiciera ligero y aprendiera a danzar, con ritmo, con verdad. Fucking in front of a mirror is hell of an introspection ¿Que tal si sos Carver y yo Rimbaud? ¿Que tal si te llego por el techo a la pequeña ventana blanca? ¿Que tal si nos tomamos una pola al sol? Tengo una pipa nueva, siempre tengo una pipa nueva. Mi chica sonríe así :p y mis días se pasan entre risas, delirios de demiurgo, morning sex and facing the issue that I’m not what they want me to be, but maybe I’m just what they need, to hang out, to listen, to have fun, to find pleasure,  to forget for a minute about their miserable nonsense routine. El capitalismo se lo comió todo. Me veo en un desierto de arena roja, con una espada rota, cortando las cabezas de una hidra vestida de blanco, de una hidra extranjera. Mi sangre humedece el suelo roto y de las muescas brotan flores que comen moscas. Soy un hedonista, he afrontado el hecho con dignidad, tratando de tratar  el síndrome de Diógenes. A Xanax and a newport. No quiero terminar llamando a mi ego imaginación. I can’t get no fucking satisfaction, he sido ciego ante lo esencial. A mi solo me dejan terminar dentro una vez por mes, me basta. Collapse my veins, wearing beautiful shoes. El otro día un colega que admiro me llamó un autor de culto, la afirmación me pareció condena ¿Qué crees que quería decir? ¿Sos gracioso en un idioma extranjero? Hoy corro por los tejados, hoy quemamos nuestros empleos, hoy nos hacemos grafemas para seguir en pie. 

Escrito por Santiago Angarita y Luis Valencia.

Cali-Paris (2023)

🙂

El sincretismo, mi credo

Un breve repaso por las letras en india.

Hace poco tuve la necesidad de buscar un camino espiritual, llevo años siendo ateo, no militante, más bien abierto a cualquier posibilidad de metafísica, la metafísica es una droga dura, todos disfrutamos sentir estar conectados de alguna forma a algo menos mundano que la sociedad de la coca cola sin azúcar y las rutinas del Skin care. Si tuviera que encajar en alguna categoría me denominaría animista. A mi me casó una sacerdotisa, en un ritual (mi esposa odia que lo llame un ritual) de invocación a los espíritus elementales. Pájaros silvestres vitoreaban el ascenso de dos humanos salvajes al trono de la pacha mama. No obstante, la filosofía oriental me ha ayudado a encontrar la paz mental que Kendrick tanto busca .

¿No es la religión filosofía? Empecé con el budismo y los conceptos asociados al no ser, a la no dualidad, NO SOY MI CUERPO, NO SOY MI MENTE, mantras, yoga y diversas herramientas antiguas, útiles y bellas en su propia naturaleza. Mis pesquisas espirituales me arrojaron a los pies de Shiva, al hinduismo y una de las culturas más fascinantes que he tenido el placer de indagar. 

Soy un antropofago, no por el gusto de devorar humanos, si no por el gusto de devorar culturas, sobre todo las que de alguna forma se las apañaron para esquivar el colonialismo. Me llevaría mucho tiempo llegar a conocer todo lo que aquel místico pueblo tiene para enseñarme. Por efectos prácticos, voy a centrarme en sus letras, las antiguas y las contemporáneas. Es una mierda todo lo que la agenda puede llegar a ocultarnos, toda la información que no llega. Por mucho que me guste Faulkner al verme al espejo me parezco más a Brahma. 

Una de las formas más importantes de literatura hindú es la literatura religiosa, que incluye textos sagrados como los Vedas, los Puranas y los Upanishads. Estos textos constituyen la base de las principales religiones de la India, como el hinduismo, el budismo y el jainismo.

La literatura hindú también incluye numerosos poemas, cuentos y obras de teatro. Algunos ejemplos de literatura hindú clásica incluyen el Mahabharata, una poema épico que cuenta la historia de la guerra entre dos familias reales; y el Ramayana, un poema épico que cuenta la historia del príncipe Rama y su esposa Sita.

En la literatura moderna hindú, hay una gran variedad de géneros y estilos, desde la poesía y la prosa hasta el teatro y el cine. Algunos de los autores modernos más conocidos  incluyen a Salman Rushdie, Arundhati Roy y Rohinton Mistry.

Salman Rushdie es un escritor y ensayista indio-británico  conocido por su trabajo literario y por su compromiso con la libertad de expresión y los derechos humanos. Nació en Bombay, India, y se crió en una familia musulmana. Estudió en la Universidad de Cambridge y comenzó a escribir a principios de la década de 1970.

Rushdie es conocido por su obra literaria, que abarca una amplia gama de géneros y temas. Algunos de sus libros más conocidos son «Midnight’s Children», «The Satanic Verses» y «Shame». Sus obras suelen tratar temas como la identidad cultural, la historia y la política, y a menudo incluyen elementos de fantasía y metaficción.

Rushdie es un defensor comprometido de la libertad de expresión y ha sido objeto de controversia y amenazas debido a su trabajo literario. En 1989, «The Satanic Verses» fue prohibida en varios países debido a que algunas personas lo consideraban ofensivo para el Islam. Como resultado, Rushdie fue objeto de amenazas de muerte y tuvo que vivir bajo protección policial durante muchos años. A pesar de esto, ha seguido escribiendo y participando en la vida pública, y ha recibido muchos premios y reconocimientos por su trabajo literario.

«The Satanic Verses» sigue a dos personajes principales, Gibreel Farishta y Saladin Chamcha, que son indios que viven en Inglaterra. Farishta es un actor de Bollywood famoso que ha sido transformado en un ángel por el diablo, mientras que Chamcha es un actor fracasado que ha sido transformado en un demonio.

La novela explora temas como la identidad cultural, la religión y la política a través de la historia de Farishta y Chamcha y de otros personajes secundarios. También incluye alusiones a la historia del Islam y a las tradiciones musulmanas.

«The Satanic Verses» fue muy controvertida cuando se publicó debido a que algunas personas lo consideraron ofensivo para el Islam. Como resultado, la novela fue prohibida en varios países y Rushdie recibió amenazas de muerte. A pesar de esto,  ha sido ampliamente elogiada por la crítica y ha ganado varios premios literarios.

Aunque hay una gran variedad de géneros y estilos dentro de la literatura hindú, hay algunas características que son comunes en muchas de sus obras. 

  • Temas tradicionales: Muchas obras tratan temas tradicionales, como la religión, la historia, la cultura y la mitología.
  • Usos de metáforas y simbolismos: A menudo utiliza metáforas y simbolismos para explorar temas profundos y transmitir mensajes.
  • Enfoque en la vida espiritual: Tienen un enfoque en la vida espiritual y buscan transmitir enseñanzas y valores a través de la historia y el personaje.
  • Influencia de la cultura y la religión: La literatura está profundamente influenciada por la cultura y la religión de la India, y a menudo refleja los valores y creencias de estas tradiciones.
  • Usos de la música y el arte: A menudo incluye elementos de la música y el arte, como poesía, danza y canto, para transmitir mensajes y evocar emociones.

Quisiera recomendarles algunos guionistas claves para las letras indias: 

  • Salim Khan: Es un guionista y productor indio conocido por sus colaboraciones con Javed Akhtar en películas como «Zanjeer», «Deewaar» y «Sholay». También ha escrito películas independientes como «Haathi Mere Saathi».
  • Javed Akhtar: Es un guionista y poeta indio conocido por sus colaboraciones con Salim Khan y por sus películas independientes como «Lakshya» y «Rock On!!». También ha ganado premios por sus letras de canciones en películas de Bollywood.
  • Anurag Kashyap: Es un guionista y director indio conocido por sus películas independientes como «Gangs of Wasseypur» y «Ugly», así como por su trabajo en películas de Bollywood como «Dev.D» y «Bombay Velvet».
  • Zoya Akhtar: Es una guionista y directora india conocida por sus películas independientes como «Luck by Chance» y «Zindagi Na Milegi Dobara», así como por su trabajo en series de televisión como «Made in Heaven» y «Gully Boy».
  • Juhi Chaturvedi: Es una guionista india conocida por sus películas independientes como «Vicky Donor» y «Piku», así como por su trabajo en películas de Bollywood como «Dear Zindagi» y «October».

También algunos poetas:  

  • Rabindranath Tagore: Es uno de los poetas más conocidos de la India y el primer no-europeo en ganar el Premio Nobel de Literatura. Sus poemas son conocidos por su belleza y profundidad y han sido traducidos a muchos idiomas.
  • Mirza Ghalib: Es uno de los poetas más importantes del siglo XVIII y es conocido por sus poemas en idioma urdu. Sus poemas abordan temas como el amor, la pérdida y la vida cotidiana.
  • Kabir: Es un poeta y místico indio que vivió en el siglo XV y es conocido por sus poemas espirituales y por su enfoque en la unidad de todas las religiones. Sus poemas son muy populares en la India y han sido traducidos a muchos idiomas.
  • Allama Iqbal: Es un poeta y filósofo indio que vivió en el siglo XX y es conocido por sus poemas en idioma urdu. Sus poemas abordan temas como la identidad cultural y la política y han sido traducidos a muchos idiomas.
  • Faiz Ahmed Faiz: Es un poeta y activista indio que vivió en el siglo XX y es conocido por sus poemas en idioma urdu. Sus poemas abordan temas como la política y la justicia social y han sido traducidos a muchos idiomas.

Tierra de dioses, místicos y artistas. Exploren al menos uno de los autores mencionados o están condenados a pasar la eternidad en el Naraka ¿Cuál cultura de oriente te obsesiona? 

Caretula

Petrificado en el umbral de la puerta, observaba a su pequeña hija dormir, la niña respiraba lento y en su rostro se dibujaba una sonrisa, fruto de su ensoñación infantil. Él se había encargado de hacerla feliz, desde el momento en que decidió adoptarla, rechazaron su solicitud cuatro veces, un boxeador no podría ser un buen padre, terminaria sus días roto e idiota, el cuerpo no estaba diseñado para soportar tantos golpes. 

Le apodaban Caretula, porque podía soportar todas las oleadas de maltrato sin expresión alguna, era el mejor recibiendo, dejaba que sus contrincantes se cansaran y luego sacaba de sus vísceras un certero gancho izquierdo. Hijo del odio y de la rabia, se había abierto paso por la vida a golpes. Moriría joven y probando a la gloria, como un hombre antiguo, sería su muerte la salvación de legado. 

Se acercó a la cama y besó a su hija en la frente, la niña pretendió seguir dormida, sabía que se trataba de un beso de despedida. Había sacrificado hasta su humanidad, sometiéndose a cirugías de modificación para adaptar su cuerpo a la nueva era del boxeo, las máquinas habían entrado a la liga y quienes se negaban a combatirlas por miedo a las modificaciones, o los jubilaban o terminaban picados en algún incinerador de basura. 

Sus brazos ya no eran sus brazos, a veces podía sentir el efecto fantasma de donde una vez estuvieron, titanio, fibra de carbono y cables reemplazaron carne, sangre y piel. El evento fue histórico, la primera pelea legal entre un hombre y una máquina. estuvo absorto todo el camino hacia la arena, ensordecido, no podía escuchar los vítores del público, enceguecido, por los drones y las luces. Con la imagen de su pequeña clavada en la retina.

 El contrincante entró al ring, tenía la lata dorada y negra, le habían puesto como rostro una imitación mecánica de una máscara Tengu. «Va a matarme», pensó, «Va a romperme el culo». El entrenador se acercó, tenía los ojos vidriosos, no era capaz de mirarlo directamente al rostro. «Lo siento mucho Ed…solo tienes que rendirte». No iba a hacerlo, iba a afrontar la muerte con la frente en alto, el dinero que le quedaría a su hija sería suficiente para no tener que trabajar un solo dia, que tuviese la oportunidad de dedicarse a altos asuntos, a la música o los hologramas, que pudiese acceder a servicios de salud. Su muerte sería un símbolo y alcanzaría la grandeza. «No solo le arreglas la vida a tu hija, salvarás al deporte entero, tras tu muerte prohibirán el uso de máquinas, serás un mártir, Ed».

La pelea fue transmitida por los medios y varios de los asistentes. Ed soportó tres asaltos, sus brazos de androide le permitían bloquear algunos golpes y propinar algunos otros. «No dañes el robot, Ed, sos un mártir» bajó la guardia, el primer golpe lo dejó inconsciente, el robot le destrozó el rostro por completo, La mandíbula desencajada, colgaba, manchando la lona con un hilo de sangre que bajaba por la comisura de  lo que eran sus labios, «sos un mártir». El dolor era infernal, seguía inconsciente y deseaba más que nada morir. La policía tardó en arribar, el público fue evacuado de la arena, desmantelaron al robot. Ed murió en la ambulancia, su hija lo esperaba despierta.

La cabra

Una cabra negra da brincos, briosa, a su paso las cenizas de sus pezuñas en ascuas, su llanto me conmueve, agoniza sin poder morir ¿por qué llora la cabra?

 Hay augurio de tormenta, en el prado nadie escampa, teme ahogarse entre maleza y garrapatas. No  existe un horizonte, ni navíos en el mar de césped, impera la ley del monte y nadie muere de viejo, condenados a peregrinar en un éxodo maldito, no se acercan a la cabra, es heraldo de sombrías causas, es augurio de redención y dolo. 

Salta para evitar garrapatas y serpientes, salta, para obviar la desazón, salta para bailar con el oscuro, una música sin letra, son innecesarias las palabras, no hay sonetos, no hay conjuros.

 Se recuesta la cabra a la sombra de un acre. Ha venido al llano para morir en la frontera, no conoce el camino mas allá del gran abismo, Le han prometido calma, deliciosa calma. Parida en las entrañas de un volcán activo. Las marcas del fuego fragmentan su rostro, solo sus ojos albergan pureza.

Levanta la testa y divisa una fragata, surca el césped, a toda vela. En la popa una estela de luz iridiscente, en la proa, un marino con cabeza de bisonte, su voz recia pronuncia la orden de recoger al náufrago. Muere la cabra, mientras solemne embarca, su espíritu de ámbar se postra a estribor, ve su cuerpo recostado al acre, lo devoran los coyotes

¿Por qué llora la cabra? Ya no hay augurio de tormenta ¿por qué llora la cabra? porque piensa en el final.

Sincretismo

Bajo tus pies el suelo es de algodón y poliéster, sientes como sede al andar. Miras a tu alrededor, te sabes extraño, en una copia magna y retorcida de algún recuerdo, uno golpeado por la abnesia. Está oscuro, como en el interior de una caverna. Algunos reflejos de fuego fatuo dibujan caminos. 

Recorres tu cama, agitado, a paso doble. Al arribar al borde te sorprendes, de frente al abismo.  Ropa sucia y retoños de maleza entre las  baldosas, la caída te rompería los huesos, eres inofensivo. Ves la ventana y la luz que se cuela por la ventana, tenue, disminuida por la cortina. El escritorio, los libros, una estantería con juguetes, afiches de elfos y orcos. Telarañas en el cielo raso, las paredes ajadas por la humedad. Es una de las muchas casas que te albergaron de niño, se pudre, cada ser y cosa en su interior, el aire es vaho tóxico,  te quema los pulmones. Una capa de polvo densa cubre todo de hollín y alimañas deformes se arrastran por el suelo, dejando a su paso hilos de mucosidad, chillan agónicas, nacieron malditas y les duele existir.  Por tu nariz se cuelan  las partículas de todo lo que ha muerto; reminiscencias. Sientes lo que sienten y te cuesta caminar.

Divisas un montón de ropa sucia junto a la cama, te arrojas sobre ella, amortigua la caída. La habitación se asemeja a una magna bóveda, la cueva en que se exiliaría a un titán o a un demonio mayor. 

Una de las alimañas nota tu presencia, parece un roedor, con la mitad del cuerpo cercenado y decenas de extremidades atrofiadas cubriéndole el rostro. Es ciega, pero te busca desesperada, golpeando todo con su hocico deforme, chillando en agonía. Si te alcanza te desmebraría, hasta que tus gritos acallen los suyos y pueda encontrar paz. Te escondes tras un balón desinflado, la rata pasa de largo, se lamenta. Tras el balón una vieja consola portátil, la recuerdas, uno de los primeros instrumentos de escape. Te acercas a ella,   debes usar tus dos manos para accionar el botón de encendido, el sonido alerta a las alimañas, se abalanzan hacia ti, corres, pero te superan con creces. Te detienes, das media vuelta, cierras los ojos para no ver a la muerte y tu cuerpo es arrancado del suelo con brusquedad. Abres los ojos, para encontrarte volando por la habitación.  Te sostienen las patas de un murciélago lampiño, sus ojos son escarlata y tiene la piel cubierta de runas, talladas sobre la carne con algún filo hirviente. La criatura te deposita sobre una de las estanterías de libros. Se acerca, te olfatea, grita, golpea su cuerpo contra la pared. 

El murciélago nota que te asusta, se acerca apenado.

—Me excuso por mi comportamiento obtuso, es que me ofusco al ver la vida siendo arriesgada en un lugar como este. No perteneces aquí, el castigo desmereces, insultos y oprobios desmereces. Este lugar era tuyo, no lo cuidaste, no nos cuidaste, nos negaste, nos niegas, la ilusión de que eres luz te ciega. Te mientes para no cumplir la condena, estás tan maldito como todos nosotros. Has de  vivir las mil formas del odio, has de morir en soledad. 

El murciélago levanta el vuelo y te lleva con él. Atraviesan la habitación y salen por la delgada rendija entre la puerta y la pared. El pasillo es más largo de lo que recordabas, a lado y lado de la pared, oleos con escenas de cabezas rapadas reventando cráneos con sus botas color sangre, con la chaqueta color sangre, con los ojos color sangre. Te ves a ti y a toda tu violencia. El murciélago, al fondo y a la derecha, ingresa con una pirueta al baño. Las baldosas blancas cubiertas de lama verde, el espejo manchado y roto, la cerámica un vez blanca, color amarillo hueso.

Musgo en las paredes  y el piso de la ducha. En el sanitario se ahogan entre mierda cuerpos sin piel. Los engulle una enorme cucaracha de caparazón translúcido. Notas sus entrañas y la mierda al digerirse. El murciélago te arroja al lavamanos. El agua residual amortigua la caída, pisas lo que parece ser flema. Caminas hacia el espejo, enorme, amargo, roto, refleja más de lo que esconde. Con una capa de cemento y monte logrando que aflore, en vos el animal. Tu reflejo es muy pequeño y tus rasgos de los de un niño. Llevas tu pijama favorita y las lágrimas trazaron carreteras en tu cara sucia. La cabeza rapada y los ojos de triste perro, los ojos de gato viejo, los ojos brutos, limpios, impíos y contradictorios. Los ojos que serán ojos de diablo, alucinados, emanando eter. Ves en el reflejo una silueta enorme levantarse tras de ti, es la silueta de una mujer, del ombligo para arriba, para abajo solo huesos. Los pocos retazos de carne podridos, pululando gusanos y pus. La piel verdosa, los dientes podridos pero sonriente, se menea con gracia en una danza de seducción y cortejo. Sientes que te mira, se muerde los labios, la risa estremece el baño, resquebrajando pedazos de techo y pared. La criatura intenta atraparte, la esquivas por poco.

Saltas al tanque del sanitario y en un salto de fe te aferras a una toalla para llegar al suelo. La mujer cadáver se agacha para intentar devorarte. Sientes un golpe y la oscuridad que todo engulle. Estás en un lugar húmedo y maloliente, el olor a ácido, un cajón. 

Una serpiente negra te escupe junto al sifón de la ducha. Es gigante y ataca a la mujer cadáver, le arranca pedazos de carne podrida. Quiere ganar tiempo, darte tiempo, ayudarte a escapar.

—Si la melancolía te ha traído de vuelta, mil demonios bendigan tu maldita presencia. Nacido del amor y el desquite, han alimentado tus lágrimas a las huestes infernales, a los que se arrastran en abismos. Somos tus hijos desde antes que fueras hijo y los tuyos correrán el peligro de caminar la ruta de los caídos. Somos tu sombra. 

La mujer cadáver cae, golpeando su cabeza contra el sanitario. Rompiendo su craneo. La serpiente celebra. 

—Regocijate al vernos. Porque somos más vos de lo que podes llegar a ser.

Con un golpe de su cola caes al sifón, un túnel estrecho. Peces gato,  bicéfalos, se alimentan con frenesí de piel muerta y mugre.

A veces raspas las paredes del túnel, tu piel se arranca a jirones. Puedes escuchar en el eco el llanto de todos aquellos que purgan en aquel no lugar. La casa que te negó el destino que para ti aguardaba, la casa que lacero tus anhelos y te convirtió en una masa de entropía y culpa. Recuerdas mientras caes, cada vez con mayor claridad. Las narices rotas, los gritos sordos, el crepúsculo sobre pueblos sin vida. Sientes que dejas de caer, ahora asciendes. Te acercas a gran velocidad hacia una luz verdosa, hacia el estrepitoso ruido de maquinaria pesada, latas, mazas, candela.

El túnel te escupe sobre sobras, gusanos se deleitan con los residuos de carne, moscas del tamaño de gorriones, gorriones cercenados, colas de rata, el hígado de un borracho, leche de sapo. Dos gigantes de vientre abultado, vestidos de blanco, babeantes y brutos. Son cocineros experimentales, sus manjares alimentan a demonios y primordiales. Sincretismo, gallos, reses y cabras, raíces y especias. Los fluidos de las bestias alimentan cada receta.

Corres entre la loza y los desechos. Si te ven te arrojaran a la sopa, como lo hacen con las alimañas. Escalas por una repisa hasta verlos desde arriba, saltas al extractor de olores. Los adefesios cantan en una gutural melodía, notas al destapar las ollas cabezas sin sus cuerpos. La piel arrugada y gris por la cocción, los ojos sin brillo.  Llegas al borde del extractor. La caída te mataría, piensas en saltar, pulsión mórbida.

Una araña, de patas largas y delgadas te hace retroceder. Sus ojos brillan de rojo, escarlata, a su piel la adornan vestigios de tornasol. 

—Si mueres aquí, morirás en todas partes. Se regocijan las huestes impías, ha llegado su señor, advertían tu presencia y para ti se cuece un excelso manjar. Ya saben que estás aquí, porque tú los creaste, los malpariste, los malqueriste, los marginaste. Si te atrapan ganarán y nuestra guerra habrá carecido de causa. 

La araña te atrapa, saltan juntos al vacío, la telaraña desacelera la caída, se deslizan hasta tocar el piso. Los gigantes no se enteran, baten con saña ollas y sartenes. Corres fuera de la cocina, estás en la sala y tras el sofá la ventana que da a la calle, al bosque.

Una mujer con el torso encogido, de brazos largos y piel azulada se planta frente a la ventana. Tratas de mirarla pero no puedes ver su rostro, solo el más oscuro de los vacíos. 

—Sabía que no teníamos que buscarte, que volverías a reclamar lo que por ley es tuyo. Por ley oscura, observa como se regocijan los condenados y las bestias. Tu dolor es tanto que…

La mujer inhala profundo, gime de placer. 

—Bienvenido a casa. 

De debajo del sofá,  un gato cenizo con cola de mapache y ojos de cielo sale raudo. Corre hacia ti, te atrapa con su boca y te arroja sobre el lomo. Te aferras su pelaje suave mientras corren por la sala esquivando a la mujer sin rostro, los gritos rompen los cristales. En un ágil movimiento, el gato se impulsa con el sofá y salta por la ventana.

Vuelas junto él, aterrizas en una gruesa rama, se internan en el bosque, dejando atrás la casa. Te aferras al pelaje con los ojos cerrados. No sabes a dónde te lleva, pero en tu caso, cualquier mañana será mejor que ayer.  La mujer sin rostro los observa alejarse, sabe que te repites, que es probable que regreses, que es por malo que te asusta la oscuridad.

El reptil

Remart

Atardece en la siempre somnolienta Bocha. Señoras con osteoporosis acompañan a sus sobreestimulados vástagos a montar bicicleta. Camino con Belisario junto a un puente a medio construir. El puente va a unir este barrio con Valle del Lili, por ahora solo lo cruzan bicicletas y motos, a veces domiciliarios, los nuevos dueños de la urbe, a veces tombos, olfateando cual tiburones, la pupila negra, sedientos de su comisión. 

Me siento en la mitad del puente, con los pies colgando. Son como seis metro de caída y al fondo lo adornan lanzas de acero apuntando al cielo. Me apoyo sobre unos bultos de cemento. Belisario saluda a las familias que pasean, una pequeña niña llora al tener que despedirse, el cachorro tiene mejores habilidades sociales que yo. 

Los arreboles violáceos, últimos vestigios del día, el sosiego de los marginados, bendita noche. Las familias se disipan, me siento solo, pero no es novedad. Busco a Belisario para encontrar sosiego, lo veo varios metros adelante, le mueve la cola a un hombre con la capucha del saco puesta y el rostro entre las rodillas. Me acerco con cautela, puede que esté muy llevado, le hago señas a Belisario para que regrese a mi lado, el hombre nota mi presencia, no es un hombre, lleva la piel cubierta por escamas y dos inmensos orbes en las cuencas. 

Se me dificulta hablar, siento las palabras amontonadas en mi tráquea. El reptil se pone en pie, se limpia las lágrimas con las mangas del saco y me mira esforzando una sonrisa. 

-Hoy regreso, si, ni un día más en esta exocolonia. No es que yo no haya tenido buenos ratos, yo creo que  es el clima. 

Pienso responder pero el reptil me se apresura a interrumpirme. 

-También es esa berraca soledad, ya ni dormir puedo.

Belisario le lame las piernas al reptil, si el cachorro confía no tengo razón para no empatizar. 

-¿Que le da alergia?-le pregunto.

Me mira y sonríe.

-Hace unos minutos iba a saltar del puente, esas vigas de abajo me matarían al instante, una muerte dolorosa, pero rápida. Usted me salvó. 

-No me gusta que me atribuyan glorias ficticias, yo solo vine por el perro. 

Belisario se acerca, lo cargo y me alejo a paso doble. Aprieto a Belisario contra mi pecho y de trote suave paso a un frenético galope. El reptil no tiene problema en alcanzarme, me toma del cuello y me levanta del suelo, tan alto, que siento que mi torso y piernas se caen al pavimento, con Belisario abrazado. Mi cabeza de desprende del resto, el reptil deposita mi cabeza con cierta delicadeza sobre un montón de arena y me arranca al cachorro de los brazos.  Grito, pero sé que nadie vendrá. Dos horas más tarde un perro me olfatea, sus dueños me ayudan a recomponerme y se cercioran que todo está bien. 

-Al menos no se me perdió esta vez-les digo mientras me alejo derrotado. 

No sé vivir sin Belisario. Me dirijo hacia el apartamento de Gluten, el gato persa del 104. Es un gato honesto, con él puedo hablar de historia como con nadie más, odia a los reptiles, es alienofobo.  Me acerco al balcón, el dueño se encuentra como de costumbre dormido frente al televisor.  Gluten se acerca para hablar. 

-Se llevaron a Belisario.

-Ya sé, un reptil, me lo contó un petirrojo ¿Como sigue tu cabeza?

-Sin Belisario voy a saltar del balcón. 

-No me amenacés.

-Decime como lo recupero. 

-Matando al reptil. 

-No soy capaz de matar. 

-Los reptiles no son humanos, comés animales muertos y matás alimañas cuando se requiere. 

-No quiero matar a nada. 

-Cobarde.

Gluten entra al apartamento.

-El reptil vive en una cabaña junto a la pesebrera. 

No voy a matarlo, pero si voy a recuperar al cachorro. Paso por el apartamento para prepararme, amarro un cuchillo a la punta un palo, necesito distancia. Me dirijo hacia la pesebrera, la rústica cabaña de madera y latas se alza a un costado del  desagüe de la pesebrera. Huele a mierda y agua estancada . Veo al reptil en el interior, iluminado por vela, dándose los plones mientras acaricia a Belisario, se le ve sonriente, nada parecido a su semblante en el puente. 

Entró corriendo a la cabaña, gritando primitivo, intentando amedrentar. El reptil sisea, el cachorro se emociona al verme. Levantó el palo de escoba en alto y encaró al ladrón. 

-Si me devolvés al perrito, te ayudo a conseguir uno propio, lo prometo, el perro que querás. Sin él no se vivir. 

El reptil exhala, sus músculos escamados se relajan. Está sin camisa, cicatrices atraviesan su pecho y viste una pantaloneta de la mechita.

-Perdón por lo del perrito, es la tercera vez que me dejan esperando, estoy empezando a pensar que no van a volver por mi. El planeta en cuarentena, estoy aquí varado. 

Suspiro, saludo a Belisario y me siento en un neumático viejo. 

-¿Te fumás un porro?-le preguntó. 

El reptil esfuerza una sonrisa. 

-La ciudad está enferma, no es bueno estar solo. 

El reptil me recibe el porro. 

-¿Cómo querés el perrito?

-Lo quiero pequeño y con manchas. 

Hablo con el reptil durante varias horas, regreso a casa y ya es más de media noche. Gluten me ve pasar con Belisario y grita desde el balcón.

-¡¿Mataste al hijueputa?!

No, le voy a comprar un perro. Ingreso al apartamento le sirvo comida al cachorro y me siento a verlo comer. Quiero que Areca conozca al reptil.  

Alunado

Remart

“No sé mucho, solo estoy sentado, admirando bellos colores” Canta con voz rasgada un vocalista con facha de irlandés, es un arquetipo con patas, me gusta, canta con rabia. El ampleto de la guitarra adornado con margaritas de plástico molesta a los vecinos, llaman a quejarse, los de abajo ya me tienen como conversación de antes de dormir, después del sexo vainilla. Me incomodan los gemidos mediocres. 

Esta cuarentena  me ha enseñado a incomodar, por eso ando por la casa en bola, con las cortinas abiertas, una vendetta personal  cobrada por mi culo frío. 

Tanto que se quejan por mi musica y a mi me toca hacerme el marica cuando los patanes maltratan familias, la cuarentena me ha enseñado que la violencia intrafamiliar está normalizada en esta ciudad. 

Recojo prendas del suelo, le sirvo comida al cachorro y me siento a fumar mientras le veo comer. Cuando la noche hace temblar de frío, ahí está su tierno hocico, mordiendome las orejas para que me pare de la cama, diciéndome que deje la maricada, que él está conmigo. Esta cuarentena me ha mostrado cuán puro es el amor de un animal. 

El cachorro me mira de reojo, reprochándome por desayunar nicotina. Le respondo que no me increpe sin criterio que nada le digo yo por comer tierra. 

Belisario come despacio, croqueta por croqueta, es todo un proceso, me da tiempo para regar las margaritas. 

-Son de plástico, imbécil. 

-Como todo en esta puta ciudad.

Saliendo de la unidad residencial, el perrito se detiene a saludar a los porteros, efusivo, es un alma pura, a mi no me agradan, embebidos con su falsa autoridad doméstica. 

-El problema sos vos hijo de puta, dejá de echarle culpas al mundo. 

Camino hacia la maraña, donde me siento a ver el cachorro jugar, noto que los tombos se me han adelantado. Multan a un joven de gafas y bonachón, lleva en su mano media cajetilla de Boston y alega que en su casa les molesta el  humo, que es fumar afuera o discutir con la mujer. El tombo lo multa, son sordos los cerdos. No entiendo cómo puede la represión ciega contener a un enemigo que no come de toques de queda.  Soy de vocación anarquista y en práctica mantenido. Me desagrada la política, es un mal chiste, me desagrada la fuerza pública, han matado estudiantes. 

Los tombos se van y vuelve a ser mía la maraña, suelto la correa de Belisario y me prendo un porro. La cuarentena me ha enseñado que es mejor soltar, alejarse, disputar, reinventarse. 

“No sé mucho, solo estoy sentado, admirando bellos colores”, los colores que tiene la maraña cuando está enferma la ciudad. La cuarentena me ha enseñado que las reglas de la naturaleza son inefables, es la única autoridad que no puede ser corrompida, la única que estoy dispuesto a acatar. 

Belisario se acuesta a pocos metros míos, el me ve fumar con la misma atención que yo lo veo comer. Se me hace ridícula la rapidez con la que parecen haberse adaptado todos a la nueva sociedad. 

-Pues claro que los ves adaptados, nadie les ha dicho que no siempre se deben conformar. 

No sé nada sobre lo que realmente ocurre, es decir he visto lo que dicen los medios, pero se que su discurso persigue intereses económicos, víboras mediocres. No es un buen momento para dar opiniones, todo lastima de más. 

Llevaba varios años sin pasar tanto tiempo conmigo, me detestaba las primeras semanas, ahora no solo me tolero sino que procuro mantenerme entretenido. Han empezado de nuevo los gritos en el apartamento del frente. Si llamo a los cerdos se tardarán en llegar y el patán tendrá tiempo para manipular de nuevo. Pero al man de los cigarros si se la aplicaron toda. 

La represión no es una solución viable, ya se cayeron todos los metarrelatos, se han han desaparecido tantas certezas que se prefiere una verdad dolorosa a una mentira endeble. Se murió Dios, se murió la patria y la ciencia crea muerte con presupuestos estatales. Pero que putas voy yo a saber, solo estoy aquí sentado, admirando bellos colores. 

Péguelo más bien

Por allá en el noventa y tres, conocí a un man, escuálido, alto y medio raro. Se tinturaba el cabello de colores, usaba chaquetas gruesas en plena calicalentura y tenía un dicho con el que arreglaba toda anomalía que lo aquejase: “péguelo más bien”, lo usaba cual leitmotiv, no había situación de la que no se librará, entre más disparatado el contexto, mejor le funcionaba. 
Calicalentura y tenía un dicho con el que arreglaba toda anomalía que lo aquejase: “péguelo más bien”, lo usaba cual leitmotiv, no había situación de la que no se librará, entre más disparatado el contexto, mejor le funcionaba. 

¿Le fue infiel a su novia? “Péguelo más bien” ¿Robó una droguería en busca de pastillas para no soñar? “Péguelo más bien” ¿Escupió a un tombo que lo pilló dándose un pipazo? “Péguelo más bien”. Yo fumaba con el, siempre a media tarde, en un lote baldío lleno de latas olvidadas. Ahora hay un centro comercial ahí, hoteles y burgueses. Ahí podía fumar relajado, quedaba cerca del apartamento y la ventana que daba a la calle, había sido cubierta por un anuncio de cerveza.

Malparidos, una vieja buenona en paños menores, devaluó el apartamento cien millones de pesos. Ya no tenía la vista, no se veía el cerro, por ese precio se tenía que ver todo el norte de la ciudad, nadie quería comprarlo, preferían el de abajo.  Yo no tenía que pagar cien millones por ver el cerro, lo veía gratis, desde el techo de una locomotora oxidada, en lo que en ese entonces era un lote olvidado, junto a “péguelo más bien”. 

Miles de sucesos atípicos vivimos producto de nuestra joven imaginación, el lote era un santuario para los delirios adolescentes, nuestra zona segura, un no lugar.  Pero ningún evento superó jamás, lo sucedido el cumpleaños número cuarenta y cuatro de mi viejo (Q.E.P.D) .

Estaba borracho hasta el culo, empezó a levantar el codo desde que salí para el colegio, amaneció con su amigo ese, el que conoció en un recital. Antes era más reservado con sus novios, pero la edad lo había hecho inmune a cualquier tipo de escarnio. El viejo era un calvo y pálido valiente, un referente de la lucha social de su minoría. Yo admiraba eso y le partía la jeta a todo aquel que se atreviera a llamarlo marica, mi papá no era ningún marica, hombres como él pocos. Me enseñó que el amor no tiene moldes y que se puede engañar a una mujer por más de quince años. 

Esa mañana en el recreo, había quedado de verme con “péguelo más bien” en la tardecita, para pegarnos los plones en el lote, antes de que la familia llegara a la reunión de mi papá. No iba a ser nada grande, unos traguitos, partida de torta, hipocresía familiar ¿Mi plan para soportar la velada? Trabarme hasta el culo. 

“Péguelo más bien” dio el lengüetazo final a las dos y cinco, a la cinco y cuarenta sentía que los cerros vibraban. 

-Pana, nunca había estado tan trabado-le dije a mi compadre, aferrándome a la locomotora. 

-Eso dice Ramiro siempre que se traba.

-Ramiro es todo marica, yo te estoy hablando enserio.

Amarillos tenés los ojos

Señor

Miguel  Muñoz

Mejor amigo del Cambiapieles

La fecha iba arriba pero me gusta tender al anacronismo

 

Miguel:

¿Cuánto tiempo sin saber de vos? Han pasado meses desde la última visita, cuando sentado en una de las mesas de guadua del quiosco de la mona, advertí que se vendría una avalancha de sin sentidos. Recuerdo que mirándome con el rabillo de ojo, declaraste displicente que conmigo las tragedias eran inevitables, pero que como es debido, aprovechara para hacerla literatura. Esta madrugada tuve que sortear el primer conflicto con Andrómeda, le fallé, viejo, y por poco que no nos saco de esa. Le prometí que de resolver los problemas, cambiaría algunos malos hábitos y con los pantalones  bien puestos, enfrentaría a las legiones voraces del miedo a comprometerme; estoy empezando a pensar que es un visaje genético. Creo que ya no podré decirle, cuando me pregunte: ¿Qué somos?

—Solo te responderé en presencia de mi abogado.

Pero no te escribo para hastiarte con mis problemas emocionales, sabes bien que no se me da escribir de amor, que le temo a ser en exceso rosa o replicar uno de los múltiples textos de formula anodina que tanto se venden en los anaqueles de las librerías locales. Esta alucinada declaración, pretende exponerte una deliciosa coincidencia, ya te he manifestado antes mi fijación por los sucesos relacionados, los que ratifican la hermosa analogía entre el mundo y un pañuelo. Las coincidencias me hacen pensar en la teoría del gran escritor, teoría cursi y plagiada, pero sublime. Se postula que el universo es una gran biblioteca en forma de caracol, que todo sujeto y verbo están plasmados en un número infinito de libros, todos escritos y editados por el narrador magno, creador de toda realidad. Te dije, ridículo ¿Qué puedo decir? Soy un ególatra, si ha de existir dios alguno, que sea escritor y de los obsesivos.

Como toda gran historia, de las que te he contado sucedieron en aquel tramo de mi vida universitaria, al voltear la esquina del conjunto residencial, vi a Andrómeda fumándose un cigarrillo en el balcón, sentada en la mecedora, con las gotas de la lluvia de abril armonizadas por las roncas sonatas del viejo Joaco. Permanecí algunos minutos, sentado en la bicicleta, con la lluvia derritiéndome el cabello sobre la cara y mi torso  protegido por un recién adquirido gabán. Si, sé que nadie usa gabán en el Calicalabozo, pero parce, parezco un detective, un gran pensador de antaño, un poeta. Con mi elección de vestuario pude confirmar que la vida es una gran puesta en escena,  durante mi jornada de clase, recibí miradas de incertidumbre y uno que otro compañero me abordó en los pasillos, con el único fin de ratificar que con esa pinta si parecía escritor ¿y es que con las otras no?  Sabes que tengo aun problemas con que usen ese título a la ligera, a mí me falta pelo para el moño, leer como un millón de libros y añadir diez pesos de obra a mi precoz obra literaria. Al único que no le refuté elogios esa mañana fue a al negro, Lucho, el mismo que conociste el día del karaoke en el bar con pinta de burdel. Cuando nos decepcionamos al entender que la feria de Cali se había trastocado en una pasarela para burócratas y aspirantes. ¿Te acordás? Nos cobraron ocho mil pesos por una cerveza y para colmo de males rubia, la cerveza, porque yo ese día iba de la mano de una simpática mulata. Lucho, no ha cambiado nada, sigue con su afro frondoso y esa sonrisa de gañan de barrio. Es todo un personaje, un periodista talentoso, sensible y guapachoso. Esta mañana me abordó en la cafetería, tenía un gorro sobre el afro y lo noté medio afligido.

— ¿Te quitaste el bigote? ¿Para eso es el gabán? ¿Para seguirte viendo anacrónico?

—Hay que aprovechar cuando a la Calicalentura se le da por ser fría.  Aquí entre nos, el gabán es para parecerme a Camus.

—Pero yo estoy muy bueno como para ser Sartre. Ve, idiota, te tengo un trabajito para este fin de semana ¿te acordás que yo estuve asistiendo a unos talleres de literatura en una fundación por La Luna? Pues resulta que quieren abrir unas clases infantiles y están cortos de plata pa’ pagar profesores. Ellos saben que yo ando dándole a la periodismo y que vos con tus cuenticos mal que bien te has ganado nombre. Me propusieron que jugáramos a ser profesores  y que podemos usar a la fundación como referencia en la hoja de vida.

— ¿Enseñarle literatura a niños? ¿Vos estás loco? Si ni nosotros sabemos lo que es literatura—le dije haciéndole señas de que quería fumarme un cigarro.

—Papi, eso es fácil, la mayoría de esos chinches ni escribir saben, nuestro trabajo es enamorarlos de las letras, de personajes fantásticos y ponerlos a hacer arte. No me vayás a faltonear marica, yo a vos te he seguido la idea en todo ¿se te está olvidando la foto que me tomaste en vestido?

Salimos al parqueadero de la universidad para honrar mi nuevo hábito. Le ofrecí un rojo a lucho, pero este con sus persistentes manías de ex deportista, se negó.

—No papi, eso es veneno. Más bien confírmeme lo del sábado.

—Pues sí—le dije manotenado—, que hijueputas, dicen que enseñando es que uno aprende. Solo no me vayás a hacer madrugar.

Regresamos a la universidad, yo embombado con ese sutil cosquilleo y mareo estacional que aún me provoca la nicotina, cada cigarrillo como si fuese el primero. Me despedí de lucho con un fuerte abrazo, me revolvió el cabello y se alejó con dirección a los laboratorios de video.

— ¡El Sabado a las ocho, en La Olímpica de Las Acacias! —gritó perdiéndose entre el tumulto.

Maldije. Soy más un ser crepuscular. Ser crepuscular, suena demasiado pomposo; insomne, muy técnico; vampírico, victoriano wanna be; creo que enamorado es el calificativo preciso, porque no duermo es por estar haciéndole el amor a Andromeda y no siempre en el acto sexual ¿una epístola se puede dividir por capítulos? Pana, es que no me vas a entender si no dejo claro los antecedentes ¿sabes qué? Me valen tres pelos de cucaracha si no se puede. Vos sabés como me molesta la literatura pretenciosa e incomprensible, de ese corte al único que me aguanto es a Bretón y es por el tremendo manifiesto que redactó. El surrealismo trajo consigo lo de la escritura automática, la técnica consiste en hacer aflorar el inconsciente, vos ponés el lápiz sobre el papel o para ser más aterrizados, los dedos sobre el teclado, y empezás a escribir lo que se te venga a la mente sin ningún tipo de cohesión moral o intelectual. Yo nunca lo he hecho, no sé si pueda sacar algo aceptable de intentarlo. Pero bueno, lo ideal es exponer con ejemplos, así que voy a hacer el intento pobre, de imitar a los alucinados.

Primer intento de escritura automática para que Miguel entienda de que hablo (severo título)

No hay Cacofonías en el siguiente texto

Fornicar el origen culposo de los astros de salón, copular sobre la ensalada desecha, saltar tejados con los dedos haciendo olimpos. Mi dionisiaco lecho, extraña la sensibilidad de tu pelvis joven, temo por tu experticia, temo que si me haces perro, tu correa aniquilara las ansias de piña. Sonidos bestiales, gaitas de guerra fumándose una sonata noventera. La clave de Do sirve para hacer analogías baratas. Do Re Misantropía, hilarante personaje rimbombante, es el gobernante de la tierra de elefantes, donde las focas ya comen, rocas y te sofocas, junto a las locas, de voces rotas, y alma fofa. Fa Sol la maldita ciudad me niega el placer de tener a Andrómeda, la he decepcionado y quiero obtener su respeto de vuelta, quiero que vuelva a gritar, a gemir casi llorando: soy tuya, maldita sea su indiferencia. El potencial de radiación de cola al viento, alimenta a los cardúmenes de vírgenes misóginos y yo sigo fornicando el origen culposo de los astros de salón y copulando  sobre la ensalada desecha. I don give a fuck y Cant get no motherfucking satisfaction, como Chaparro Madiedo y su Pink Tomate. Yo me cree a una amarilla y la desgraciada se me salió de los cuentos dizque para amarme de por vida, temo que se vengue, temo porque en este instante este con su exnovio en el lecho. Ella es una dama, cállate la maldita boca. Para concluir, debo aclarar varios puntos: la parca se comió el ascensor y pude ver los huevos rosados. No diré que somos hasta no estar en presencia del abogado, pero por si pregunta tu madre, decile que felices. Muy jhon lennon ese comentario, al menos mi novia si tiene culo. Gastritis mental, verborrea de cacofonías ¿cacofonías? Pero… si no hay cacofonías en el siguiente texto.

Eso fue muy gratificante, casi podía sentir como vomitaba las palabras sobre la hoja. Bueno, tal vez después te haga otro, pero por ahora es necesario que conozcas un pintoresco fragmento de mi vida pre Caliwood.

Capítulo 1 (cuando conocí a la leona y otros visajes en la Atenas andina)

Vos sabés que antes de mi accidentado arribó a la Sultana, viví varios años en Bogotá, primero en compañía de mis padres y al ingresar a la universidad, solo y en un estado de melancolía perpetua.  Melancolía, jamás pensé poder ser definido por cuatro silabas; que visaje. En cuanto sostuve el cartón de bachiller, comprendí que el boleto a la libertad estaba a unas cuantas mentiras de distancia. Decidí estudiar ciencias políticas, para poder largarme de la casa y ser aceptado por los juicios de valor de unos padres decepcionados. Funcionó bien en un principio, asistía puntual a todas las clases, me deslizaba por los ríos de la gris urbe, sin ser percibido, sin sostener miradas por más de dos segundos, con las manos en los bolsillos y siempre cabizbajo. La fachada se hubiese mantenido en pie los cinco años que faltaban para el siguiente cartón, pero esa habilidad que poseo de percibir cuando todo se va a ir a la mierda, se interpuso entre el imberbe artista frustrado y su felicidad plástica.

Es que, yo no solo fui víctima de las circunstancias, yo manipulé el curso natural de mi nublado futuro, para precipitarlo directo al caos; caos creador. Sabes bien que de no haberla cagado de forma magna, no estaría escribiendo cuentos alucinados, ni jugando a ser artista. Vos me conociste en el mejor momento, Miguel, cuando ya había dejado de tomar vino en la cama y fumar como desaforado en el patio de la abuela. Pero antes de ese renacimiento, el título de mejor amigo no los ostentabas vos, sino, otro fulano, músico  prodigio, hombre sensible y con pinta de punkero sin cresta.  Fadith, me acogió en su hogar, en la habitación junto al baño, mis padres habían accedido que podía vivir de inquilino, con la única condición de que hubiesen adultos responsables en la morada, es por eso que les agradó tanto el apartamento de la madre de Fadith. Porque la señora, me acogió como un sobrino lejano y no como a un arrimado. Vos el otro día dijiste que considerando mi corta edad, tengo más mundo que un duende, ay viejo, es porque no conociste al viejo Fad. El estudió conmigo en el Bachillerato Patria, donde se proyectaron mil y un relatos que por cuestiones de falta de experticia no he escrito aun, pero que de seguro un día ocuparan los anaqueles de tu camaleónica biblioteca.

Un día de esos que bien sabe engendrar Bogotá, de esos en los que la lluvia no deja escuchar la música pero si la melancolía de los arrepentimientos, Fadith, decidió enseñarme un peculiar lugar ubicado en el segundo piso de la casona diagonal al conjunto. Fadith, vivía en Suba, Subayork, calles estrechas, fachadas en obra negra, costeños y sombra, escombros y la belleza de los cachetes quemados por el frío. Era toda una ironía la cuadra en la que habitábamos, si cruzábamos hacia atrás de la reja, nos topábamos con casas de quinto estrato, de ventanales de vidrios y amas de casa insatisfechas. Si cruzábamos la reja del frente, un supermercado de paisas, alquiler de trajes y el palacio de la desidia, donde trascurrirá gran parte de este relato.

Fadith, ingresó a mi cuarto sin tocar, yo recién desempacando las maletas, eufórico y con el vidrio empañado por la rinitis.

—Vestite marica, te voy a llevar a conocer el barrio que te va hacer hombre.

Y me eché dos sacos encima porque el frio amenazaba con helarme la sinapsis. La madre de Fadith nos había dejado un montón de arepas de huevo sobre la mesa. Eran más de las diez y por ese subidón de serotonina que da al recién mudarse, no había comido nada desde la mañana. Devoramos la mitad de las arepas y llevamos las que sobraban para comer en el camino. Al bajar al parqueadero, nos encontramos con algunos de los amigos de Fadith, un flaco con cara de prospecto de futbolista y un calvo de cuello gordo. Nos ofrecieron un cigarrillo, les dije que no fumaba, fumamos, me bombardearon con un sinfín de preguntas introductorias, para terminar elogiando la calidad de mis botas. Miguel, las mismas botas que sigo usando, las de desierto, que tienen la punta pelada y la suela que no aguanta otro trajín. Salimos del conjunto y cruzamos la calle diáfana y con más huecos que la constitución. Fadith, habló con un gorila que se pavoneaba frente a una delgada puerta que daba al segundo piso del supermercado. Después de un par de palabras se acercó a mí y alejándome del grupo, pasó una mano sobre mi hombro en un gesto fraternal.

—Yo sé que vos nunca has entrado a un lugar como estos, pero si queres te podes quedar en la salita a beber o fumar tranquilo. Ahí siempre se queda una que otra muchacha a animar a los clientes.

Yo que no me quería quedar atrás de la jauría, encabecé el ingreso como si el lugar fuera mío. Al subir las escaleras me golpeó una densa pared de humo y olores extravagantes. Damas engalanadas caminaban por doquier en paños menores y toda clase de hombres reían alzando el codo sobre las mesas metálicas. Neón, violeta y verde, en cada bombillo y aviso del recinto. La barra era también metálica y la atendía un cuarentón de bigote. Los muchachos de ipso facto encontraron compañía, el cuello de tronco, con una negra voluptuosa y el futbolista frustrado con una gordita aindiada. Fadith, se escabulló en las fauces de la madriguera con una veterana, veterana, pero regia. Sentí como la soledad me empujaba hacia la barra, le pedí al bigotes una cerveza, dos, tres, dos copitas de guaro ¿y que está haciendo esa mujer bailando sin sostén? Maldita melancolía Miguel, ese día me golpeo con saña. Primero sentí como el cuerpo me pedía sicodelia, después las ansias de gritar o romper algún tabique, para rematar, un bajón de energía que me dejó el culo pegado a una silla en el rincón. Las lágrimas estaban a punto de desembocar en mi rostro de artesanía. Imaginate viejo, llorando borracho en un burdel de medio pelo, que visaje, queriendo salir corriendo de una habitación repleta de hermosas mujeres, dispuestas, embalsamadas, de todos los precios que el bolsillo de un proletario puede permitirse. Me puse en píe y dos pasos más tarde se estrellaba mi cabeza contra el suelo, se me torció el tobillo y por poco le tiro la cerveza a un viejo  octogenario. Las lágrimas se desbordaron, gotas saladas empañando el piso en obra negra ¿A dónde van las lágrimas en los burdeles? Contuve la ganas de vomitar y traté de arrancarme el pelo, pa’ ver si calvo me portaba como un macho.

— ¿Está bien papito? —Me preguntó una voz suave y ronca, como de recital de poesía erótica.

—No—respondí con la lengua inflamada—, me quiero ir para mi casa y los hijueputas con los que vine deben seguir culiando.

Levanté la mirada  y juro que lo que ante mí se postraba no era del todo mujer. Pana, no media más de metro con cincuenta y una melena enredada le doblaba en tamaño la cabeza.  Su silueta se desdibujaba por mi etílica perspectiva, pero sin pensarlo dos veces, supe que estaba encarando a una leona. Se agachó para poder ayudarme a recoger la dignidad extraviada y su aliento a chocolate se vio empañado por un par de ojos de pantera, amarillos, amarillos como el atardecer en el llano, como esclerótica con hepatitis. La mujer no solo me ayudo a sentar, Miguel, le hizo señas al barman y se ofreció a acompañarme a coger un taxi.

—No es necesario un taxi, yo vivo en el conjunto de enfrente.

—Entonces lo acompaño hasta la portería, un niño tan lindo no tiene que estar por ahí a estas horas.

Sonreí con esa imbecilidad que solo se les ve bien a los bebés y a los borrachos, caminé de su mano por las escaleras estrechas y la leona le dijo al gorila que ya volvía, que no le dijera nada al patrón.

—Que hambre tan perra—exclamé en un lapsus de verborrea.

—Don Ezequiel todavía tiene servició a esta hora, vende un bofé aliñado en limón, si me invita, me vuelo otro ratico.

Acepté, y de su mano me arrastre por los callejones que daban al parque del barrio. Lo único que reprocho de Suba es la cantidad de cables eléctricos, uno quiere alzar la jeta para ver el firmamento y se estrella con un manto de líneas desordenadas. Que visaje, hasta la estrellas le toca rebuscar al pobre. Don Ezequiel, se encontraba fritando empanadas, su negocio era nocturno, el abarcaba el mercado de los borrachos, las putas y los infieles. A las criaturas de la noche, las que re buscaban algo para calmar las ulceras. Para aplacar el guayabo venidero, para darle combustible a la máquina que a fin de mes pagaba las cuentas. Un gato furtivo invadió la vitrina de aluminio en la que un bombillo mantenía la comida al dente. Don Ezequiel se percató y de un manotazo mando a volar al bohemio de manchas blancas.

—Estos hijueptas gatos no respetan al honrado. Ya se me han robado dos empanadas en lo que va de la noche y eso que les pongo comida en esa coquita plástica. La comida no se le niega a nadie compadre ¿Qué les puedo ofrecer? —Dijo mientras se limpiaba las manos en el delantal—, les tengo empanaditas, aborrajados, pasteles de yuca y bofecito fresco, yo sé que la mona va a pedir bofe.

— ¿Cómo está don Ezequiel? —respondió la leona.

—Bien mija, camellando y en problemas con Mireya, ahora me salió con que dizque las próximas vacaciones quiere ir al mar. Yo no le veo nada de malo a Melgar, es barato y cerca, ahora me toca trabajar el doble para pagar el viaje, pero pues que se puede hacer, después de veinte años con la misma mujer, uno se agüeva.

—Cuando quiera se pasa por el chuzo, Clarita estuvo preguntando por usted el otro día, qué donde estaba el gordito bello.

—ah, me imagino, mucha hembrota, pero yo no creo que pueda volver en un tiempo; mi mujer empieza a sospechar.

Pagué por el bofé y un par de empanadas, sin saberlo estaba firmando un pacto de amistad con la leona. Hablamos tanto que se me olvido la borrachera, yo le contaba sobre mis frustradas ganas de ser arte y ella, sobre sus múltiples demandas por alimentos al padre de su amado cachorro. Nos desnudamos el alma en el ajado parque, embelesado con su melena arcana y a ella que le brotaba el instinto maternal. La acompañé de vuelta al local, eran eso de las tres de la mañana y algunas de las muchachas se encontraban sentadas en el andén. La leona me presentó efusivo, les dijo que yo era un primo lejano y que me trataran bien. Fadith y los muchachos salieron minutos después y al regresar al conjunto, nadie pronuncio palabra alguna. En el apartamento, la madre de Fadith preparaba un café cargado. Miguel, esa señora no dormía, fuese la hora que fuese, uno la encontraba por ahí, dedicándose a sus visajes cotidianos. Cada noche al arribar de la universidad visitaba a la leona. A veces debía esperar largos periodos de tiempo a que terminara con sus clientes, entonces, me ponía a observar a las muchachas coquetear sin disimulo o a la variedad de hombres que ingresaban en el local. Hombres altos, morenos, pálidos, bajos, de bigote, calvos e imberbes. Unos vestían ropa fina y otros camisetas de bajar con vara, a pesar de las múltiples diferencias, todos confluían en la necesidad imperiosa de sentir el cuerpo de una mujer desinhibida. Porque no era que estuviesen ahí por no poder conseguir hembra, la razón de sus visitas furtivas, era la incapacidad moral transitoria de la que padecían sus conyugues, mujeres rígidas, prejuiciosas e insípidas. Una noche de jueves, en la que mis ocupaciones académicas me impidieron ir a visitar a la leona, recibí una llamada fugaz. Casi sollozaba al otro lado de la línea, explicándome que no tenía con quien dejar a su bebé y que si nadie lo cuidaba debía faltar a a trabajar y sin trabajo no hay pañales, ni leche, ni bebé.

—Traetelo para el apartamento que entre Fadith y yo lo cuidamos.

Dos horas después estaba yo arrullando a un cachorrito de ojos zarcos, caminando en círculos para lograr que se durmiera. El bebé tenía ocho meses y cagaba y meaba más de lo pensado. Fue la primera vez que cambié un pañal ¿Cómo una criatura con pinta de querubín barroco puede expeler un olor tan fétido? El sueño me vencía, sabía que debía aguantar hasta eso de las cuatro a que el turno de la leona terminara, pero sentía que si esperaba despierto iba a dejar caer a la criatura. Fadith, sugirió que nos turnáramos, que el dormía una hora y yo otra, así estábamos atentos siempre del cachorro.

— ¿Has oído de la muerte súbita en bebes? Los pirobos están durmiendo y PAM, se mueren de repente.

— ¿Por qué no te callás? Donde al bebé le pase algo la leona nos desmiembra.

—Relájate guevón, eso solo pasa cuando duermen boca abajo, vos como que le estas cogiendo mucho cariño a esa pelada. No vayas a terminar tragado de una furcia, sos todo sensible y no te aguantarías su flexibilidad sexual.

—Deja de hablar mierda, vas a terminar despertando al bebé. Cogé vos el primer turno, que ya le cambié el pañal.

Antes de dormir, detallé con lupa los rasgos del pequeño. A pesar de su corta edad, el parecido con la leona era impresionante, la nariz, las cejas y los primeros retoños de melena. La leona arribó por su cachorro muy puntual con los primeros rayos de la mañana. Nos agradeció con un beso húmedo y se marchó a su cueva. Dormí el resto del día, Fadith se despertó a eso de las dos a alistarse para el ensayo con su banda, tocaban punk del bueno y se hacían llamar “Anal-quía”. Me pidió que lo acompañara a su ensayo, esa tarde decidieron montar un cover de una de los Ramones, Sheena is a punk rocker.  Los Ramones siempre me han puesto eufórico, pero en todo el ensayo no pude pensar en otra cosa que no fuesen los benditos ojos del cachorro.

Puedo decir con orgullo que Fadith y yo presenciamos sucesos maravillosos en la vida de un niño y que no fue sino hasta el segundo mes de cuidarlo que supimos que se llamaba Marcos. Sus primeros, pasos, sus primeras caídas y un balbuceo inteligible que sonaba más dulce que el mejor poema de Alexander Pope.

Abandonar a la leona y al cachorro, fueron sin lugar a dudas lo más duro de dejar atrás la capital. Vos sabés que lo de venirme a vivir a Cali no fue planeado y que en un principio me trajo más disgustos que problemas. No obstante, adoro cuando los recuerdos se combinan con las experiencias inmediatas y crean las precisas coincidencias, que hacen que las anécdotas se impriman sobre mi piel.  No sé si la leona siga viva o alguna escopeta de caza haya aplacado su melena, pero su cachorro…su cachorro es resilente.

Capítulo 2 (del cachorro y el anacrónico Rafael Pombo)

Y el sábado pasado  a las ocho y media de la mañana estaba parado en la Olímpica de las acacias, con tres libras de ojeras y un genio de los mil demonios. Lucho arribó puntual e instantes después, caminamos mientras se burlaba de mi cara de sueño, alejándonos de la concurrida autopista. Al arribar a la fundación, lucho fue recibido con abrazos y elogios y después de presentarme como su amigo rolo con delirios de escritor, ingresamos a la casa de formación cultural. Al final de un gran patio adornado con mosaicos artesanales, nos esperaba el pequeño salón donde debíamos impartir la improvisada catedra de literatura infantil.

— ¿De qué vas a hablar vos?

—No sé negro, no sé, yo lo único que he enseñado en la vida es como apañárselas para salir bien librado de los triángulos amorosos.

— ¿Los juegos del hambre cuentan como literatura infantil? —dijo estrellando su puño contra mi hombro.

—Callate güevon que los niños están esperando—le respondí, tratando de fingir una sonrisa al público.

—Voy a hablar sobre el principito y vos me vas a seguir la cuerda y hablá claro, rolo marica, que cuando exponés un tema pareciera que tuvieras la garganta herniada.

Les hablamos de rosas, de zorros, de planetas diminutos y aviadores frustrados. Dibujamos en el tablero esquemas oníricos e hicimos que escribieran ensayos de poemas acerca de sus mejores amigos. Yo que por pena  no había detallado a los niños, me sorprendí al ver que uno de ellos, alzaba la manita para pedir la palabra.

—Yo ya he escribido cuentos—declaró solemne, noté que sus ojos eran enormes a comparación con su menudo rostro, amarillos, vivarachos y con una pequeña mancha café junto a la pupila.

Lucho sonreía con su característico gesto de galán estreñido y yo expectante al desarrollo de la intervención.

— ¿Puedes compartir el cuento con nosotros? ¿Lo tienes ahí en tu cuaderno?

—No, lo tengo en mi cabeza. Dice así: El hijo de rana, Rinrín renacuajo salió esta mañana muy tieso, muy majo. Con pantalón corto, corbata a la moda sombrero encintado y chupa de boda.¡Muchacho, no salgas! le grita mamá,pero él hace un gesto y orondo se va.

Sentí el impulso de terminar el cuento que el gran Rafael Pombo imprimió en la mente de tantos colombianos. Decidí callar e incentivar el inocente plagio del pequeño, con un aplauso.

— ¿Cómo me dijiste que te llamabas?

—Marcos, profe, pero yo no se lo he dicho.

Los ojos, Miguel, ostentaba el pequeño los ojos de la leona y por si fuera poco llevaba a cuestas el mismo nombre del cachorro que con tanto amor protegí cuatro años atrás. La tutora de los pequeños ingresó al salón, después de preguntarles acerca de nuestro desempeño como maestros, se marchó con los niños siguiéndolos en fila india. Los dejó esperando en el gran patio y le agradeció a Lucho más de lo necesario, por poco y se lo come. Le pedí al negro  que me acompañara de vuelta a la Olímpica de Las Acacias, que a unas cuadras de ahí vivía mi tía y podíamos almorzar rico y gratis. A mitad de camino, Lucho, cuestionó mi porte dubitativo.

— ¿Qué pasa Manín? Nuestro primer día como profesores y usted sale todo aburrido.

—No pasa nada negro, solo que hubo algo que me ralló mucho. Usted que sabe de estas vueltas, debería sacarme de dudas ¿es posible que uno de esos pelados venga de Bogotá?

—Pues posible si es, pana, esta fundación tiene convenio con el ICBF, así que si por alguna razón se abre un cupo aquí que un pelado de Bogotá necesite, se hace el traslado ¿Por qué el repentino interés?

—Es que jamás pensé volver a ver al cachorro.

Espero no haberte confundido más de lo normal, me alegra saber lo de tu nuevo trabajo, ya estás un paso más cerca de salir allí afuera y darle en la jeta con tus muletas a todo aquel que una vez dudo de ti. Seguiré quemando tabaco por la calle melancolía por si se te había olvidado donde encontrarme, espero tu pronta visita. La poésie est dans la rue

Te ama, El Cambiapieles.